martes, 25 de noviembre de 2014

LA DECISIÓN DE ESCRIBIR

Recuerdo que hace un tiempo atrás, me angustiaba la idea de pensar que el medio artístico era un monstruo devorador de personas ingenuas que los convertía en seres envidiosos, sin ética, materialistas, arribistas y perversos. Crecí un poco más y el miedo fue totalmente superado, sobre todo porque ahora sé que esto es cierto. Afortunadamente, no todos los que integran el sistema artístico tienen este perfil infame. Te puedes encontrar con personas interesantes, sinceras y coherentes que, aunque no lo crean, se interesan por ayudar a los artistas más jóvenes, sin necesidad de pedir algo a cambio. Yo en algún momento me crucé con esta clase de personas y puedo considerarme afortunada.
Sin embargo, mirar al monstruo de frente y hacerlo sin temor no es una tarea fácil. En repetidas ocasiones estamos tan indefensos y nos sentimos tan a la deriva de la incertidumbre del éxito y la certidumbre más próxima del fracaso, que por este mismo terror algunos de mis colegas, compañeros de luchas han tomado la decisión de desistir. Se alejan del medio artístico, reniegan contra el arte, hablan de la rosca, de la mafia, de las leyes de silencio, de las conveniencias, de las poses esnobistas, del materialismo, de los que se piensan sabios, de los docentes mediocres, de los premios injustificados, del tráfico de influencias siendo esto lo que más abunda, de la poca valoración al esfuerzo, de la malsana manifestación de compincherías, de los localismo, de preferir los títulos sobre el talento, de la crítica hasta a lo que vistes en una exposición... y todos esos vicios que no hacen otra cosa que alimentar al monstruo que siempre quiere tragarnos. Mis colegas tienen razón, es abominable. No obstante, hay algo tan especialmente mágico en el arte, y no es otra cosa que la virtud del intelecto, de la creatividad y del espíritu, de la insistencia trabajando conjuntamente, y que, sin duda, sigue siendo la manifestación de la capacidad del hombre para crear, diseñar, interpretar y construir su propio mundo. El arte es la razón de vida de los artistas cuando éstos se comprometen verdaderamente con ella, y es así cuando surgen las obras de arte. No las otras, las pseudocreaciones superficiales para aparentar o figurar.

Decidí escribir sobre arte porque creo en ella y creo que vale la pena. Quienes escribimos, sabemos que es una necesidad que aflora cada vez que algo nos inquieta. No se escribe por obligación, sino por convicción de que aquello sirve de algo. Así, la mejor manera de exorcizar a todos esos demonios que rodean este sistema, en mi caso, es escribiéndolos, nombrándolos, llamando a las cosas por su nombre, tal cual son, sin temor a los desdenes de los más falsos, dejando las verdades fijas ahí, en el papel, en la pantalla, en la mente y en la consciencia del lector. 

Martin Seen


Apenas era una estudiante cuando una de esas personas grandiosas que mencioné anteriormente me dijo con mucha franqueza 
"La única forma de lograr que le presten atención, si no tiene amigos con poder ni familia rica, es insistiendo, hasta que se cansen de uno." 
No volví a ver a este personaje luego de esa última conversación; lo conocimos como Adolfo Bernal, fumaba demasiado y supongo que esta era una de las formas con la que ambos producimos empatía. Fue un gran docente en Bellas Artes, pero la ignorancia de quienes están en esta institución es tanta que no tenían una idea de quien les estaba dictando sus clases. Generalmente, la soberbia de los estudiantes no les deja ver lo que tienen frente a sus narices, y sigue pasando así, con maestros que vale la pena valorar. 

La escritura surgió a partir del año 2007, cuando empecé a percatarme de lo que estaba pasando a mi alrededor. Apenas salía de la etapa pueril de creer que el arte consistía en manejar bien unas pinturas y tener cierto grado de habilidad técnica. No iba mucho a exposiciones porque ya me habían hablado del monstruo arribista y excluyente, pero a veces lo intentaba. Así que me arriesgué a escribir eso que todos saben, pero que nadie dice y curiosamente publicaron mi artículo en el periódico universitarios PROGRESIVO. Luego, muchas personas comenzaron a preguntarme por qué había escrito eso, la alarma era sobre todo porque el texto comenzaba con una frase de Bernardo Salcedo bastante particular y generalmente los textos que se publicaban en este periódico (que ahora es revista) no contenían ni el más mínimo pensamiento crítico frente a la institución o al sistema del arte. Casi siempre se componía de textos áridos, llenos de pomposas alabanzas, incluso hasta a su su propia mediocridad, así que ya se imaginaran lo que sucedió con la frase de Salcedo "Lo que pasa es que existe la idea de que el arte es un espectáculo, y de que el artista es una Vedette que tiene que salir al escenario dos o tres veces al año. Por eso aquí se ven muchas exposiciones y poco arte. Se debe exponer cuando hay algo claro que decir, no cuando se tienen muchas obras". 
Tiempo después decidí crear mi blog, una herramienta que gracias a nuestra era tecnológica me ha servido para compartir con ustedes mi trabajo. 

Allan McCollum 
¿Qué pasa con la escritura sobre arte?

Pasa que lamentablemente es un género que está dividido entre la acartonada academia, donde quienes escriben son historiadores, sociólogos, filósofos, o críticos de artes, que son historiadores, sociólogos o filósofos y generalmente son texto de encargo para catálogos, revistas especializadas o libros; y del otro lado, se mueve eso que algunos llaman "periodismo cultural" donde quienes escriben son periodistas que generalmente graban las barbaridades que dijo el artista de manera descuidada, y transcriben el texto sin ninguna clase de criterio o seriedad analítica alguna. Estos textos aparecen cada día en los periódicos y en ocasiones son vergonzosos de leer. Comúnmente contienen errores en fechas, nombres, ortografía, datos y a quienes los escriben les pagan por ello. Sin embargo, también existen, por fortuna, algunos textos periodísticos mucho más serios y con un nivel crítico más elevado.
Lo cierto es que en mi caso, ni soy periodista, ni soy historiadora, ni soy filósofa, ni esteta (aún). Soy alguien que se apasiona por escribir sobre arte, con la claridad del quién, qué, cuándo y cómo y con la sinceridad de alguien que ha tomado pentotal. Generalmente, mis publicaciones son para revistas emergentes o en mis dos blogs porque siempre me encuentro ante un problema de "rol" y de actitud con quienes leen mis textos, así que mantengo algunas reglas a la hora de escribir: 

-Dejar de lado los juicios totalitarios acerca de lo que SI es o NO es arte y prefiero dejar una pregunta abierta. 

-No me distraigo en lo buena persona que es el artista de quien escribo, no me dejo manipular por el miedo a los enemigos y menos jerarquizo mis textos de acuerdo al grado de amistad que conmigo puedan tener.

-Procuro no manejar la ley del silencio para protegerme de los miramientos.
-Suelo escribir sobre lo que realmente me mueva hacerlo, nunca escribo un texto por la imposición del alguien más.
-No pienso escribir bien acerca del trabajo de un amigo, a menos que de verdad lo sienta así. Tampoco pienso escribir algo negativo sobre alguien por el hecho de que éste no sea de mi agrado o tengamos algún problema personal. Lo personal no entra en mis textos y eso debe ser la regla principal de quienes escriben.


Stefan Bruggemann
-No escribo sobre personas, escribo sobre las circunstancias en las cuales pueden estar envueltas, es decir, nada es personal; escribo sobre arte y espero que los artistas y agentes del medio lo tomen con la seriedad y la madurez que debe hacerse.
-Intento manejar un lenguaje muy próximo a todos, por lo cual, trato de no usar muchas citas a Deleuze, Baudrillard, Lyotard, Lacan, Foucault, Vattimo, Derrida, Lipovetsky, Durkheim o Bourdieu, aunque en ocasiones las siento necesarias.
-No me interesa mucho eso que algunos llaman "Políticas institucionales"; que no es otra cosa que demagogia institucional. 
-Suelo evitar adular, porque suelo evitar la hipocresía.

Finalmente, escribo porque lo siento necesario intelectualmente y porque es la única manera de superar ese letargo tan característico de nuestros días que solo valora a la luz de las conveniencias y casi nunca valora a la luz de la verdad.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Y EL ARTE ¿SI ES PARA TODOS?

Comienzo esta nota con una frase de Piet Mondrian que puede englobar de este texto su idea "El arte no está hecho para nadie, y es, al mismo tiempo, para todos". Y con ella quise comenzar, porque me encontré algo decepcionada al percibir la falta de tolerancia, la soberbia, el rencor y la ignorancia que puede acompañar cada uno de nuestros comentarios o pensamientos, cuando de analizar a la luz lo que decimos respecto a una situación se trata. 
Hace unos días, el Museo de Antioquia publicó una fotografía de dos agentes del servicio policial de nuestra amada Medellín, mirando de manera curiosa, como lo puede hacer usted o como lo puedo hacer yo, unas obras que se encuentran exhibidas actualmente en el museo y que hacen parte de la exposición recientemente inaugurada. La imagen no es ningún montaje como algunos aseguraban a modo de burla, la fotografía es real, estuve en la inauguración y pude ver a muchos policías en el museo cuya misión principal en ese momento y durante todo el protocolo, fue procurar la seguridad de tan hermoso e importante evento para nuestra ciudad. La exposición Encuentros  Mexico - Colombia.
La fotografía en mi caso me generó simpatía por vera los agentes (que también son humanos y también tiene imaginación, sienten curiosidad y pueden emocionarse frente a la belleza) observando las obras de arte que había en la muestra, en realidad me conmovió de manera positiva esta imagen; sin embargo parece que para un gran conjunto de nuestro público también "conocedor" (la buena gente), no podía ser posible que un uniformado deseara ver arte pues lo único que pudieron hacer fue acompañar de burlas, insultos y señalamientos esta situación en la redes sociales.

Entonces mi pregunta es la siguiente ¿Un uniforme impide a un hombre, libre y consciente desear por curiosidad quizás, ver una obra de arte? ¿Dónde les queda el discursillo ramplón a la gente de mi ciudad de que es “la más educada”? y si es la más educada ¿Por qué esta imagen causa tanta conmoción y se responde al verla con tanto odio? ¿Acaso el arte no es para todos? ¿ Acaso el arte no proporciona un pensamiento libre y elevado? ¿Acaso el arte no es "humanista"? ¿O soló es para los que se creen sabios?

Es muy probable que la policía de nuestra ciudad no sea la institución más querida por todos, pero estoy segura de que cada humano, como ser individual, sin uniformes ni etiquetas, ha de tener esa curiosidad y esa creatividad innata con la que todos nacemos y por la que todos seguimos siendo niños geniales; si el arte ha de servir para que un militar, policía o cualquier hombre sobre la faz de la tierra expanda su mente, transforme sus ideas y sea, más humano, deberíamos estar felices por ello, y no por lo contrario denigrarlo o burlarlo. ¿Te estás dando cuenta de tu nivel de absoluta ignorancia?

Un cineasta burgués como Roberto Rossellini se hacía esta pregunta: "¿Para qué sirve el arte? ¿Crees que el sueño de un hombre puede ser levantarse al a mañana para ser un artista? El sueño de todo hombre debe ser justamente ser hombre". Y ese ser hombre del que hablaba Rossellini, incluye el ser capaces de entender  y respetar al otro desde sus diferencias, de entender que el arte puede ser un camino que nos envuelve a todos con la misma sinfonía creadora y que por ende, deberíamos aprender a tolerar a los otros como parte de esa creación. Quizás, quienes juzgaron, se burlaron y denigraron a los dos policías que miraban arte en un museo, también les hace falta muchas cosas en la vida por ver, por sentir y por experimentar. Yo no puedo estar segura, cuántos de ellos se sienten felices en un museo, pero quizás, sea el momento de aplicar esa #Paz de la que todos en este país hablan, de la que todos se lamentan por inexistente y que por ello, a su familia la tiene agobiada este sistema; pero ¿Sabe quién hace parte de esta montaña de violencia que hace parte de ese sistema del que tanto suele quejarse? ¡Usted!, yo, y  todos nosotros, nosotros con esta clase de prejuicios, comentarios, chistes y miramientos.
Realmente si no empezamos a ver lo positivo de las cosas, tolerando a los otros desde situaciones cotidianas o "extrañas" como esta ¿Por dónde cree usted que se comienza a generar eso que a todo el mundo le gusta llamar paz? ¿Sabe usted qué está con esa palabra tan corta nombrando?
Los discursos que implantan los museos en las propagandas publicitarias de que "Son para todos" deben ser más que un panfleto, una realidad, y quienes deben contribuir a que esto suceda, debe ser el público mismo.
Ojalá en cada exposición hayan más policías viendo arte, más barrenderos, más señoras del servicio, más vigilantes, más conductores de buses, todos ellos con sus uniformes, sin sentirse juzgados por ello, a ver si así dejan de ser una parte aislada de la sociedad y de la “alta cultura” y a ver, también, si tanto ellos como nosotros, cambiamos nuestra percepción sobre las personas, sobre la vida, y con ello, nuestra errada percepción del mundo.




martes, 4 de noviembre de 2014

XVIII Salón de Estudiantes de Bellas Artes 2014

Pensando un poco sobre cómo iba a comenzar este escrito, recordé que en el año 2012 escribí un texto acerca del Salón de Estudiantes de Bellas de ese año. Siendo franca y leyéndolo nuevamente, considero que fui bastante destructiva y poco generosa tanto por el desconcierto que me generó observar en la muestra una pérdida absoluta por el interés a realizar trabajos con medios como el dibujo o la pintura -salvo por un par de propuestas- como por el malestar de ver en casi todas las obras una factura bastante descuidada y poca coherencia en la formalización de algunos proyectos; en ese entonces se podía percibir en los estudiantes un afán desmedido por encajar sus trabajos en lo que sería para la institución los “nuevos medios”: video, instalación, performance, o arte VIP como lo llama despectivamente la crítica mexicana Avelina Lesper. Ese año los resultados no fueron muy acertados.

Este año tuve la oportunidad de presenciar una evolución bastante significativa en el desarrollo de las propuestas de los estudiantes que conforman el actual Salón. Se siente un aire de ascenso para Bellas Artes tanto en la calidad de las propuesta que están presentando los estudiantes como en su componente académico y esto, no puede ser otra cosa que el resultado de un proceso de transformación —que ha sido arduo— por el cual se comienzan a ver los frutos de la disciplina y la perseverancia que han tenido en estos últimos años.

Para esta versión se propuso un eje temático: “ENTORNOS URBANOS: Memoria, territorios y transformación”. Respecto a este punto, me considero un tanto escéptica a que los Salones de estudiantes incluyan curadurías o “temas”, en tanto que ya tenemos suficiente afuera de la academia con esos bombardeos curatoriales que en ocasiones tanto daño hacen como para que sesguen las motivaciones individuales sobre el por qué y para qué de una creación en el ambiente universitario.

Generalmente, para la mente de un estudiante con bríos de éxito, será más apropiado enfocar su trabajo sobre una problemática o sobre otra teniendo en cuenta lo que está o no está de moda y esto, constituye un precepto terrible en las decisiones de los estudiantes sobre desde cuáles contextos sustentar su propuesta. Desde esta perspectiva, este aspecto puede ser peligroso cuando no conductista e injusto, pues constituye una forma de excluir y negar la posibilidad de participación al estudiante que no desea re-acomodar su trabajo para que encaje con la “propuesta curatorial” como suele suceder comúnmente en convocatorias y eventos en los cuales el artista “hace su tarea” para poder figurar.

En relación con las propuestas, los medios utilizados estaban bastante variados, pues hubo pintura, dibujo, fotografía, objetos cotidianos, materiales precarios del arte povera, trabajos donde se exaltaban las estrategias participativas y en este sentido, la discursividad de una estrategia artística comprometida y la sociabilidad fueron las preocupaciones centrales de las obras sin dejar de lado la buena factura y su presencia en la exposición. Es decir que casi la totalidad de los trabajos, manejaron el justo equilibrio entre el discurso (logos) y la habilidad para formalizar la idea (techné).

En la primera planta nos dan la bienvenida dos trabajos de dibujo, uno bidimensional, donde el virtuosismo técnico sale evidentemente a la luz en el trabajo de Johan Salazar Cano quien recibió una mención en Artes Plásticas con una obra hiperrealista elaborada con esfero azul y tres figuras tridimensionales en hierro de Ricardo Alfredo Ochoa que connotan lo que conocemos como dibujo expandido dentro de las nociones plásticas del arte hoy.

Avanzamos y nos encontramos del lado izquierdo con el trabajo de Leifer Hoyos Madrid titulado “Herbaria Vestimanta” el cual “… Es una construcción dibujística en la que interviene el collage y el material textil como elementos fundamentales de la composición”. La propuesta hace una selección botánica de flora autóctona y extranjera donde cada dibujo juiciosamente elaborado es una personificación de las flores compiladas que encarnan el elemental de la planta. En el mismo espacio hay dos fotografías de arquitecturas que proponen cierta mirada hacia la abstracción y luego tenemos el trabajo de Felipe Augusto Rodríguez quien recibió la mención en Diseño Visual, sorprendente para mi no porque haya considerado que el trabajo no lo merecía, sino porque indudablemente parecía realizado por un artista y no por un Diseñador. Se trataba de un conjunto de registros fotográficos de varias intervenciones realizadas en algunas cajas de control semafórico de la ciudad; los registros estaban acompañados por uno de los objetos intervenido.
Avanzando, en el pequeño nicho semicircular encontrábamos tres fotografías tituladas “Memorias deterioradas” de Carolina Echavarría Severino. En la sala final de la primera planta algunas series fotográficas de Laura Tobón Echavarría y Estefanía Jurado, tres trabajos de pintura, una simpática máquina de Iván Darío Moreno Vera con una curiosa viejecita, un muy buen objeto de diseño elaborado en madera de Angie Silva García quien recibió otra mención en Diseño Visual, una serie de ilustraciones digitales que me ha gustado bastante de Andrés Felipe Hernández Gómez, y una instalación formalmente impecable, aun teniendo en cuenta que uno de sus elementos era la tierra, titulada “Más allá del cuerpo” de María Isabel Ospina Madrid.



Subiendo las escaleras tenemos los trabajos fotográficos de Eric Robledo y Lina Marcela Ardila. En la segunda planta fue absolutamente destacable la serie de dibujos sobre batas de politex de Andrés Sánchez Muñoz titulada “Pasión de Sebastián”, la obra se destaca sobre todo por la fuerte presencia que tiene en la sala. En este espacio también observamos una serie de tres collages digitales realizados por Angélica Restrepo y Eric Robledo, una base de piso que contiene pequeñas piedras, hojas, ramas y elementos naturales ubicados de forma ordenada creando una especia de mandala natural, nada extravagante, nada ambicioso pero muy bello. También se dispuso el registro de un performance bastante interesante de Ixia González titulado “Cotidiano”, realizado el día de la inauguración, en el cual, la artista ejecuta una rutina de arreglo personal como peinarse y maquillarse pero con las manos atadas a su espalda. Finalmente, observe la obra de María Alejandra Villa quien fue merecedora del Premio en Artes Plásticas con una obra impecable que cosiste en una muy interesante serie de tablas de patineta intervenidas con impresiones sobre vinilo transparente tituladas “Lenguaje transformado”.



Finalizamos el recorrido en el piso superior donde tenemos una serie de ilustraciones de animales, el trabajo fotográfico titulado “El blanco y lo negro” de la estudiante Astrid González quien recibió otra mención en Artes Plásticas y cuyo trabajo propone una reflexión sobre los procesos de etnicidad e identidad retomando los conceptos luz (blanco)-oscuridad (negro) en relación con sus connotaciones culturales.
En esta sala sobresale la instalación titulada “Polvo eres” del Colectivo Arco Iris, constituida por una maleta, cemento y tierra roja, elementos acompañados de una intervención en la pared. También en esta sala la obra de Juan Camilo Correa Quintero “Estudios para un muro de contención” y Boceto de “El fusilamiento del tres de mayo”, una fotografía que nos enseña a siete niños apuntando a un adulto con falsas armas de fuego, construidas con chatarra y maderas encontradas en la ciudad. (Especulo sobre este último detalle). 


La muestra se construyó desde una museografía que fue bastante limpia y procuró que cada obra habitara un espacio justo, sin aglomeraciones ni atiborramientos, y en relación con el eje conceptual, pudimos ver cómo los casos particulares también son universales, donde obras  que pueden estar a mitad de camino entre la instalación que fue “pública” cuyos elementos se llevan a la sala y se vuelven “privados”, la pérdida del miedo a recuperar el abrazo tradicional de los padres como la pintura o el dibujo, la apuesta por resaltar medios tan controvertidos como el performance y el archivo fotográfico, señalan el giro distintivo que ha tenido la institución frente a los paradigmas que nos plantea el arte reciente.

Cuando se sale de la muestra, uno queda con la sensación de que hay cierta fraternidad en todos los trabajos, se impuso en este Salón —aunque no en todas las piezas— la discursividad social que en palabras de Hal Foster se convierte en Una forma pragmática de hacer y mostrar, de hablar y ser”; donde el arte, es un espacio de socialización entre el artista y la sociedad a la que alude y donde la pregunta principal de quien crea no parece ser ¿Qué?, sino ¿Para quién?.


miércoles, 29 de octubre de 2014

EL EGO DE LOS OTROS (Sobre la auto-censura en la crítica de arte)

Texto escrito para SABLAZO. Crítica cultural

Alguien me dijo alguna vez, parafraseando a Oscar Wilde, que las dos únicas reglas existentes para escribir eran, tener algo que decir y decirlo. Paradójicamente, quienes se han aventurado a seguir con desafío las dos reglas de Wilde, han sabido verse en más de un embrollo, le han negado la entrada a espacios y eventos o, en el más común de los casos, ha perdido a uno que otro “amigo” que no ha sabido soportar alguna que otra “verdad”. En cuanto a la crítica se refiere, es innegable que la ejercen quienes aman el arte a través de su análisis utilizando la escritura como medio pero, en muchos casos, con una excesiva dosis de autocensura y temor; el temor al EGO de los otros.
El EGO es ese ente malévolo que nos invade y nos ciega respecto a verdades y falencias propias, y que es más fuerte, más grande, más bello, más inteligente y más talentoso de lo que verdaderamente somos. El EGO es el mentiroso más hábil que puede haber, y también el más peligroso. 
El asunto del temor radica en que poseemos un afán casi enfermizo por ser moneda de oro para todo el mundo, algo así como padecer un grave trastorno de autoestima que, por lo tanto, nos induce a callar nuestros argumentos, a ensalzar la mediocridad sobre el talento o, a emplear la crítica como una herramienta que favorezca nuestras relaciones públicas con nuestro círculo de “amigos” influyentes, quienes nos ayudarán, quizás, a tener un futuro económico más llevadero. Ésa es la infamia que comete gran parte de los señores eruditos y poderosos del medio artístico, quienes, se dicen, intentan nutrir con sus aportes nuestra ya desnutrida y endeble cultura.

Mucho tiempos atrás disfrutaba leyendo el blog de “Lolita Franco”, nunca supe quien era, solo recuerdo que escribía sobre el medio artístico de Bogotá. Me emocionaban sobre todo sus comentarios ácidos y sinceros aunque sazonados con cierto empalago; extrañamente dejó de actualizar sus post en el 2011. Ella (o él), quien aparentemente realizaba una crítica aguerrida, también practicaba la autocensura al punto de no mostrar su identidad verdadera, porque, en palabras de la misma Franco, hay que manejar un perfil bajo “… Para evitar los impertinentes ataques de una traicionera jauría de lobos como lo es la del mundo del arte. Mundo un tanto patético, esnobista, hipócrita y vanidoso. Un mundo en donde predomina la mala cara, la actitud intelectual, las miradas de reojo y no el buen sentido estético, la promoción objetiva o la verdadera discusión de ideas”
En efecto, ese mundo de lobos existe porque el EGO nos supera siempre a elevadas potencias, siendo este quien reacciona automática, irracional e impulsivamente cuando escucha mencionar su nombre y no le preceden precisamente una montaña de halagos pomposos y maniqueos. Es entonces cuando guardar silencio, utilizar eufemismos, o ser un vil mentiroso sería para quienes desean escribir sobre arte, la “mejor opción” más no la más correcta.

La pregunta entonces es esta: ¿Dónde comenzó la terrible idea de que quien escribe ejerciendo la crítica de arte, debe hacer un comentario dulzón y paternalista?
En un medio en el cual el gusto de las cosas se erige fundamentalmente por el grado mayor de conveniencia, las leyes del silencio determinan la aridez de los escritos que suelen aparecer en los medios académicos y masivos. Si un solo periodista (que no hace crítica, por supuesto) realiza una nota mediocre sobre el artista de “moda”, por efecto dominó el resto de las notas en periódicos, blogs y revistas del país, opinan irremediablemente lo mismo (sucedió así en el anterior 43SNA, con artistas que se robaron todo el protagonismo por falta de criterio periodístico, pero sobre todo, por la carencia de información y de ideas). Si atacan a fulano, todos atacan a fulano, si ensalzan a perano, todos ensalzan a perano, de ahí la mediocridad que impera en el mercado del arte, por ejemplo, de ahí que debamos preguntarnos nuevamente, ¿alguien sabe siquiera qué significa tener un criterio sincero, coherente y con argumentos? Para eso debe existir la crítica de arte consciente, alejada de prejuicios, alejada de convenientes pactos con instituciones o dogmas, puesto que, analizar y valorar a la luz de la verdad lo que sucede en el medio artístico es fundamental, a pesar de la insistente ilusión que poseen algunos artistas de querer bailar sobre el cadáver de la crítica de arte.

Siendo francos, en un medio donde despedazar críticos es un deporte, a menos claro que este sea amigo de todos, lo cual, por respeto a la justa verdad, es básicamente imposible, la crítica como actividad no solo informativa sino valorativa y dinamizadora de pensamiento, requiere de quienes la ejercen una escala de prioridades diferentes al elogio o la aceptación social. Baudelaire, Osacar Wilde, John Ruskin, Clement Greemberg, Robert Hughest, Marta Traba y hasta la actual Avelina Lesper por mencionar algunos críticos, han sabido ejercer con franqueza, a pesar de las múltiples burlas, miramientos, desaprobaciones y hasta memes, una disciplina en la cual han procurado como ya lo mencionó Oscar Wilde:
“Crear en la crítica de arte ese sereno talante filosófico que ama a la verdad por sí misma, y que no la ama menos porque sepa que es inalcanzable”.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

IDEOLOGÍAS SEXUADAS EN LOS DISCURSOS VISUALES

El siguiente artículo es retomado de un trabajo de investigación realizado para mi tesis en el 2009, en la cual, analizaba el papel de la mujer en la historia del arte, el porqué de su aparente ausencia y cómo la historia ha justificado a través de hipótesis científicas, la inferioridad creativa femenina en relación a la grandiosidad del llamado "genio" del hombre blanco occidental.

Las funciones ideológicas que implantaron los diferentes discursos filosóficos, artísticos y literarios en la historia, no dejaron lugar a dudas de que a través de ellos han nombrado, presentado y hasta exaltado las diferencias y roles sociales entre los individuos que conforman una cultura, identificando así a los sujetos dominantes de cada periodo histórico.
Desde finales del siglo VXIII, en pleno apogeo de la ilustración, las investigaciones realizadas del cuerpo femenino para demostrar científicamente su inferioridad con respecto a la capacidad de los hombres se sustentaba en la anatomía y la biología, de igual manera en la afirmación de la relación directa entre el tamaño del cerebro y el nivel de inteligencia (comprobada actualmente como una creencia errada). Así, se propondría entonces, omitiendo los planteamientos de Descartes quien no relacionaba el cuerpo con la grandeza del espíritu, que al existir una relación entre el cerebro y el cuerpo que lo alberga (hombre o mujer), las mujeres estarían destinadas a cumplir unos roles sociales de acuerdo a su capacidad intelectual más bajo y a su “naturaleza” teniendo en cuenta el siguiente binomio: Razón- Producción para el hombre, Intuición – Reproducción para la mujer. Es en este sentido como podemos clarificar el hecho de que toda mujer que tuvo la intención de pintar un cuadro, dedicarse a la filosofía, o escribir un libro estaría remando contra corriente a su “naturaleza femenina”, y por lo tanto, estas creaciones fueron en cualquier caso parcialmente irrelevantes y nunca alcanzaron el nivel de las que fueron realizadas por hombres: Thomas Gainsborough, Velásquez, Goya, Rousseau, Voltaire, Kant, o Goethe.

Si analizamos el problema desde el campo del arte específicamente, basta con recordar que la mayoría de las obras canónicas recogidas por la historia como La Venus de Boticelli, La maja desnuda de Goya, La venus en el espejo de Velásquez, Las tres gracias de Rubens, El nacimiento de Venus de William Bouguereau, Las Bañistas de Degas, o La Olympia de Manet entre muchas otras, proponen una imagen de la mujer altamente erótica y sobrecogedora, que la aparta completamente de su intelectualidad y la ubica en la posición de un puro objeto de deleite, o si bien de un utensilio decorativo, recordándonos entonces que “La mujer es el adorno mas grande de la creación”.
Estas obras, estos temas, y esta manera de abordar el arte seria casi un emblema hasta la llegada de las primeras vanguardias.

Ahora bien, si hasta entonces el cuerpo femenino había sido tratado de manera realista y naturalista, tras estas representaciones se produjo lo que podríamos llamar una progresiva fragmentación de la mirada del hombre hacia el cuerpo femenino, teniendo en cuenta la llegada de las nuevas formas de reflexionar y abordar el campo visual. El fauvismo por ejemplo desarrolló una representación de la mujer nada alentadora y casi grotesca, el expresionismo y el cubismo de igual manera hicieron su aporte, el cual desembocó en abstracciones líricas y finalmente en la abstracción geométrica más radical en donde la mujer ya ni siquiera aparece como objeto y mucho menos como sujeto creador, o por lo menos, no para los altos rangos del poder artístico institucional.

Los principios formalistas de la abstracción, especialmente la abstracción geométrica tenían entonces nuevos objetivos estrechamente relacionados entre si, es decir, objetivos estéticos individuales apartados de toda naturaleza y que en cierta medida estuvieron encaminados por diferentes fenómenos históricos, principalmente las dos guerras mundiales. Éste aspecto trajo como consecuencia que el rastro de la idealización del papel de la mujer encarnando la idea absoluta de belleza, fuera desapareciendo al igual que sucedió con la idea de representar los cuerpos de los “otros” en la modernidad. (Los otros, es un término que fue acuñado en el siglo XVIII, por parte de los hombres burgueses específicamente a vagabundos, mujeres y obreros.)
A lo largo del siglo XX, el arte fue dando forma a una trama de conceptos e ideologías que en cuya elaboración participaron activamente los nuevos sistemas que formaron artistas de renombre y movimientos paradigmáticos; es así como estos nuevos movimientos y estos artistas aunque se situaron mas allá del cuestionamiento de los sistemas básicos de representación, sobre todo con la perspectiva del principio de mímesis que guió a muchísimos artistas en las primeras vanguardias, compartían además con sus antecesores la creencia de que las mujeres intuitivas y sensibles, y por ende poco dadas a razonar, no eran capaz de desligar sus sentimientos básicos y por lo tanto no crearían obras de arte fuera de sus impulsos y no tendrían un nivel intelectual elevado.

Tras la primera guerra mundial, las mujeres comenzaron a desatar en sus personalidades un particular atractivo andrógeno que en muchos casos empezaba a producir cierto grado de temor en los hombres. En 1919 iniciando la creación de la escuela Bauhaus, más de la mitad del alumnado que se había matriculado era de sexo femenino, esto habría de desatar en Walter Gropius (uno de sus fundadores), cierta desconfianza hacia el prestigio que podría perder su institución ya que seria vista como una escuela de “aficionadas a los tejidos”:
“Según nuestra experiencia no es aconsejable que las mujeres trabajen en los talleres, por esta razón en la Bauhaus formamos cada vez más una sección de carácter marcadamente femenino. Nos pronunciamos básicamente en contra de la formación de arquitectas” ( Walter Gropius, 23- 02 ,1921).

Este planteamiento no sólo en la Bauhaus, si no en la mayoría de los movimientos vanguardistas fueron los que permitieron la creación originaria del "mito del gran genio”. Sin embargo y a pesar de las circunstancia, durante la revolución femenina de los años 60, las artistas mujeres se incorporaron en mayor grado a la esfera de las arte visuales, a pesar de que los mismos integrantes de estos circuitos se mostraran reacios a recoger y reconocer sus aportes y sus obras, ya que, pese a las afirmaciones de muchos curadores y galeristas de una total "neutralidad" y aparente "democracia" a la hora de seleccionar un trabajo, el arte aún no es para nada un terreno neutro y en él intervienen indiscutiblemente jerarquías de poder. Ellas son artistas, pero “artistas mujeres” que hacen "arte de mujeres".

Los estereotipos sobre qué y como pintar o esculpir una imagen, el arquetipo de la mujer artista, figura supuesta en esencia a la enseñanza de sus maestros los “genios”, han ocupado un lugar innegable en la historia del arte mucho antes de que se la reconociera por las transformaciones causadas en los años 60. Hasta ese momento histórico, los artistas occidentales compartieron la idea de que hombres y mujeres eran completamente diferentes y esta diferencia debía ser claramente marcada a través del discurso visual, quizás sea por esta razón que hasta hoy no habíamos encontrado alguna mujer que se haya destacado dentro del cubismo, o el minimalismo y sus planteamientos posteriores. Mujeres cubistas, minimalistas y artistas abstractas las hubo sí, y con nombres propios podemos destacar a la gran artista Hilma Klint pionera de la abstracción incluso antes de kandinsky, a la cual apenas hace algunos meses se le ha realizado una gran retrospectiva en el Louisiana Museum of Modern Art, en Humlebæk. Dinamarca y se ha reconocido su tremendo aporte al arte moderno y a las vanguardias.

En la discusión bizantina sobre quién fue el primero en llegar a la abstracción, muchos sostienen que el mérito fue de Mondrian. Otros apoyan a Malevich, a Kupka o, siendo un poco generosos, a Delaunay. Pero una gran mayoría jura que el que dio el paso adelante decisivo fue Kandinsky. El propio pintor se autoproclamaba sin rubor como el primer autor de un cuadro no figurativo, que habría firmado allá por 1911. “Sí, fue el primero de todos. Por aquel entonces, ni un solo pintor utilizaba el estilo abstracto. En otras palabras, se trató de un lienzo histórico”, afirmó en su correspondencia acerca de un cuadro que nunca pudo mostrar en público, puesto que lo había extraviado durante su exilio. Lo que Kandinsky no sabía era que una desconocida pintora sueca se le había avanzado, rompiendo con el lenguaje figurativo por lo menos cinco años antes que él. Respondía al nombre de Hilma af Klint, portentosa paisajista en el Estocolmo de entresiglos, que consiguió formarse en la pintura gracias a la ley escandinava que permitía que las mujeres accedieran a la educación artística...(Tomado de El País: La mujer que inventó la abstracción) Link:http://cultura.elpais.com/cultura/2013/03/03/actualidad/1362327525_302300.html



Al parecer, todo ese constructo de idearios sirvió como espejo fantasmal para imponer y crear los discursos y las identidades que legitimasen a las nuevas artistas, parece que seguimos considerando que las mujeres que producen un discurso fuertemente solidó, encierra en su esencia cierta “masculinidad”, en caso contrario la obra de arte se convertirá según los estatutos de poder en “una obra de género”, entendiendo esto último como una peligrosa y poco agradable elección a la hora de crear.

Finalizando por el momento, podría decirse que sólo cabe esperar a que algún día seamos capaz de desarrollar dentro de los planteamientos actuales del arte, unos significados en las obras que puedan reflexionar y sobre todo desdibujar las consecuencias y secuelas que han dejado en muchas mujeres creadoras esa constante afirmación de que los discursos del arte están influenciados por el sexo de quien los crea y que por ende, si se desea triunfar en un medio mayormente dominado por hombres, deben realizar una obra que esconda por completo su visión femenina y deben corresponder a cierta "masculinidad universal" pues según parece y es mi percepción personal (personal significa que no la impongo y que usted es libre de pensar lo contrario) en los discursos que integran los legados del sistema del arte, nunca ha existido nada neutral.

viernes, 4 de julio de 2014

TENSIONES COMPLEJAS

El gesto real vs la teatralización en la performance

Joseph Beuys. "Me gusta américa y a América le gusto yo". Primera perfromance del artista conceptual Beuys. Conocida como "Acción coyotye"  


Hace un tiempo ya, la crítica de arte Avelina Lesper a quien tuve la oportunidad de conocer en Medellín, escribía un artículo que causó polémica entre los artistas que usan la performance como un medio para su trabajo. Lesper asegura que las reflexiones artísticas que se presentan por medio del performance se imponen de manera artificial para dar valor a obras sin argumentos, falsos acercamientos sin rigor que utilizan si bien temas con un marcado corte social que devienen de una intención moralizante, en la gran mayoría de los casos, este aspecto no aporta otra función que la de añadir peso a sus vacíos discursos, donde la “terapia grupal” o el “arte ONG” no logra jamás una transformación social verdadera. En este sentido, como artista que utiliza el lenguaje de la performance, cuestioné un tanto mis propios planteamientos y no tuve una opción más sensata que encontrar razón en algunos argumentos de Lesper.

Sin embargo, debemos tener presente que las prácticas de la performance varían tanto como su finalidad, a veces puramente artística, a veces política y revolucionaria, a veces con una intensión terapéutica... De la misma manera que varía por ejemplo la finalidad de una pintura, a veces realizada para la pura contemplación, a veces enfocada a sugerir una pregunta específicamente plástica o en otros casos para conmemorar un hecho histórico, etc. Por lo tanto, no desde su finalidad una pintura ha de ser juzgada, si no, desde una serie de criterios que se soportan en el análisis de la técnica, puesto que, como ya lo decía Marta Traba "un cuadro es un sistema de lectura", y ¿qué es leer? Es recorrer con la mirada un conjunto gráfico y descifrarlo. Es decir que desde este punto, hemos de leer un cuadro a partir de sus unidades plásticas: el manejo del color, del gesto, la composición, los matices, los materiales, si es figuración o abstracción y, desde percepciones estéticas propias del conocimiento que produce el ejercicio reiterado de observar (ojo entrenado lo llaman). Por lo tanto y continuando con nuestra idea, una performance también debería ser evaluada desde una serie de criterios formales, pues analizarla desde su finalidad y rotularla de manera radical como un acto puramente vacío y escenificado, cargado más que de realidad, de falsedades, suele convertirse en un error apresurado de la crítica actual, tanto como es un error esperar a que el arte sea una actividad redentora y que su principal motivación sea el auxilio social.

Ahora bien, esas invectivas surgen como consecuencia de que la performance como lenguaje artístico ha traído consigo una historia que la sujeta indiscutiblemente a reflexiones que se soportan desde una realidad social e histórica adversa. Su origen, a pesar de haber sido precisamente un grito rebelde hacia un “arte sin sentido” (Dada), se transformó en los años 70 en la forma de arte más politizada y en la herramienta más usada por los movimientos feministas que surgían como rechazo a las manifestaciones artísticas hegemónicas instituidas por un sistema artístico patriarcal. Es gracias a esto, que gran parte de los artistas de performance enfocan sus planteamientos a denunciar problemas como la violencia de género, trastornos de identidad purgando asuntos puramente personales o aspectos que padece propiamente la periferia. Éstos actos, sin embargo, suelen quedarse en gestos escenificados y superados indiscutiblemente por aquella realidad a la que pretenden aludir. 
En estos casos, si queremos superar las diatribas que soporta un medio relativamente "nuevo" y juzgado como mediocre, el arte de acción debe ir más allá de la re-presentación (mímesis) y debe, a través de la presentación (diégesis) intentar borrar las fronteras entre la distinción aristotélica de la representación y su referente real. De no hacer esto, el acto performativo queda reducido a una caricaturización improvisada e insustancial de la realidad que señala.

El problema que aquí nos detiene es entonces la falta de criterio; y no tenemos criterio, porque los “no-límites del arte” propios de la mal llamada "posmodernidad", herederos de esta aparente desilusión estética baudrillariana, nos conducen a un abismo sin una luz posible donde no sabemos reconocer cabalmente lo que una buena performance requiere o lo que una buena performance debería tener, de ahí que Avelina Lesper arremeta contra la extrema banalización y falsedad de ésta disciplina.

Cabe mencionar, que la performance como lenguaje artístico posee una característica fundamental que establece una distinción respecto a los demás medios, siendo éste paradójicamente el lenguaje que puede contenerlos a todos, y es, la de traspasar fronteras (incluso las fronteras éticas). El acto de pintar por ejemplo podría ser visto como una performance y en efecto, lo ha sido desde que apareció el Action Painting (Pintura de acción) en el siglo pasado de la mano del expresionismo abstracto. Ver a Jean Raine, a Helen FrankenthalerJackson Pollock chorreando su pintura y danzando alrededor de una tela fue posiblemente una experiencia mucho más enriquecedora que el resultado en el lienzo mismo. De esta manera, las barreras pictóricas fueron superadas por la transfiguración del acto de pintar y el cuerpo del pintor como categorías artísticas tanto o más importantes que el estado bidimensional del cuadro. 
Ahora bien, aunque la intención de sus creadores no fue exactamente hacer una performance, estos ejemplos son de manera directa gestos reales, el artista no estaba sujeto a guiones ni esquemas pre concebidos para su creación, la franquez de los gestos casi brutales como los describía Kundera en su texto sobre Bacon, reafirman que la realidad inmediata siempre está presente en el acto de pintar. Muy por el contrario, lo que sucede actualmente con algunos performances, es que están divagando entre la teatralización de la "cotidianidad" y/o la simulación de actos sin sentido. Es decir, los artistas que utilizan la performance no estan advertidos de que no deberían acudir a la exageración de un acto cotidiano y muchísimo menos a la teatralización de una realidad forzada. 


Teniendo en cuenta lo anterior, el artista podría dejar a un lado el manierismo propio del lenguaje teatral -aun teniendo parentesco con la performance- ejecutando la acción de manera natural, quizás por qué no, más sincera. No me refiero, aclaro, a que una performance no ha de ser compleja conceptual y formalmente, de hecho sí que debería serlo sobre todo desde el aspecto formal que en este lenguaje se ha descuidado tanto, apunto a que las expresiones postizas de angustia, pánico, llanto, desesperación, tristeza o "demencia" no llegan a ser convincentes, y pareciese que su función se enfocara en tapar a través del espectáculo torpe, un discurso vacío, mediocre y sin valor.

Arthur Danto, en "La transfiguración del lugar común" analiza el problema de la intencionalidad en el arte con el fin de distinguir entre “meros objetos” (falsos) de “obras de arte”(verdaderas). Así mismo atrevidamente quizás, podríamos hacer una distinción entre una acción gesticulada (falsa), de un gesto en una performance (verdadera). La primera, se basa en simular a través de ademanes una circunstancia, un estado físico, un sentimiento o un estado mental inexistente en relación con el mensaje que se desea transmitir, generalmente el artista cambia sus facciones, gesticula exageradamente y gritos, cantos, o lloriqueos acompañan esta clase de trabajos; en este sentido, podemos recordar la acción The onion (1996) de Marina Abramović,. La segunda, se caracteriza por la espontaneidad en el momento, el artista dispone objetos (o no), los usa, interactúa con ellos, con el público, puede equivocarse y permite que suceda lo inesperado. 

Para ejemplificar a qué me refiero aquí con el gesto natural, recordemos acciones como “Una cosa es una cosa” de la artista colombiana María Teresa Hincapié donde ella presenta (no representa) la acción de ubicar diversos objetos en el suelo, disponiéndolos en fila con naturalidad y sobriedad; del mismo modo, obras como las de Regina José Galindo dan muestra de que aunque sus proyectos puedan contener un marcado componente social y político, son trabajos hechos con tal acierto que son una muestra irrefutable de sí pueden existir los criterios para hacer una buena performance independiente de su tema de reflexión.


Otro trabajo importante a destacar dentro de lo que se plantea como muestra de una acción rigurosa y coherente, aparece en el trabajo de la artista María José Arjona, una de las representantes más importantes de Latinoamérica en el género performátic,  puesto que además de haber trabajado con Marina Abramović, sus obras son propuestas lúcidas, cargadas de fuerza y de coherencia formal al momento de ser presentadas ante el espectador. Sus performances no contienen de manera explícita un ademán teatral o forzado, aún cuando la artista haya realizado una planificación cuidadosa en la selección de los elementos, el vestuario y hasta el "guión"de su acción.

Cerrando estas reflexiones cabe mencionar que "los gestos antinaturales y el exhibicionismo del dolor que en las procesiones religiosas son ignorancia y fanatismo, para el arte contemporáneo son arte", señala la crítica Avelina Lesper con algo de razón. Teatralizar el dolor y exponer los traumas para ganarse la fama, a los museos, el presupuesto, a los curadores y hacer parte de la “historia del arte”, son algunos aspectos que generan estas tensiones, desde las cuales, el artista deberá sopesar en una balanza sus prioridades, si lo que desea es la fama rápida y el "prestigio" inmediato, o si le interesa dedicarse de manera consciente y disciplinada a explorar, investigar y desempeñar un papel serio en un medio que aparentemente sólo demanda espectáculo, sin dejar de ser consciente además, de que como en las feria o en cualquier otro tipo de exhibición con propósitos más que artísticos, de marketing, quien más enseña es quien más gana, y lo que desde lo artístico a veces no tiene valor, paradójicamente en el mundo del arte, es lo que más vale.




lunes, 5 de mayo de 2014

Una pequeña nota acerca de CONTRAEXPEDICIONES

Ayer, un "domingo de museo", no de fútbol, por lo menos no para mi, me dispuse a realizar una tarea que por razones de tiempo y obligaciones no había podido realizar. Ver la exposición CONTRAEXPEDICIONES que se encuentra en este momento en el Museo de Antioquia.
Cabe mencionar que, no tenía mucha expectativa respecto a esta muestra, dado que los ejes curatoriales giran en torno a problemáticas que no tocan demasiado mi interés, sobre todo porque presiento que se exploran formalmente de maneras repetitivas y aburridas. Sin embargo, sé que son necesarias revisar.

Como esto consiste en una nota rápida trataré de ser breve:

-Primer gran desconcierto, la museografía: Las salas están atiborradas con obras en exceso, la museografía es sucia, no hay espacio entre las propuestas, pero tampoco hay un diálogo coherente entre ellas. Entrar a la sala donde se encuentran las bolsas de heno de Salcedo es desastroso, hay una saturación con obras que incluso podrían ser prescindibles de la muestra. Pareciese que había un afán por “montar a todos” donde fuera. Curiosamente, hay espacios más limpios que otros y hay más aciertos con algunas propuestas. Con otras hay un total desastre… El arrume de tierra… No!
-Encontré, como era de esperarse, muchísimas formalizaciones que parten de la documentación y el registro, es decir, fotos y fotos y fotos y fotos y fotos de la misma marginalidad, casas, campos y personajes dispuestos formalmente con los mismos gestos artísticos de esos que uno ve mucho en el Colombo Americano. (Es normal al estar Juan Alberto como co-curador de la muestra); fotos de salidas de campo e investigaciones que solo se quedan en el registro documentativo. Yo vuelvo y afirmo: "El problema no es justamente que el arte sea social, la responsabilidad de una mala propuesta radica en el individuo, en el agente responsable de la creación, no en su propósito, no en su finalidad, no en el medio, no en el material, no en el tema. La primera ocupación del artista debe ser con la obra misma, es decir, con el arte”.
-Otro aspecto curioso, el desequilibrio respecto al protagonismo de algunos artistas en relación con otros es evidente, algunas obras se ven ahogadas y otras son las reinas del show.
 -La división de los espacios con telas negras o paredes falsas que además poseen espacios a modo de “ventana” como la que se encuentra al lado de la obra de Libia Posada, me dejaron algo incómoda.
-Lo que me ha parecido interesante: Las intervenciones de Sara Herrera conectan de una manera bella toda la exposición, la fotografía de Camilo Echavarría de la serie “Paisajes Ilustrados” que se encuentra en el primer piso en la sala temporal Norte me dejó perpleja, es hermosa, aun si “abusó” demasiado del retoque, para mí es maravillosa, una fotografía que tiene más un carácter pictórico que fotográfico. La obra de Gabriel Botero “Historias de un ingenio inútil” también ha sido una de las obras que ha llamado mi atención, al igual que las obras de los artistas: Víctor Muñoz con sus caracoles y la relación que  hace de estos curiosos animales y la migración, la obra de Juan Esteban Sandoval es absolutamente bien lograda tanto formalmente como todo el proyecto que esconde detrás de esta, las figuritas de Ethel Guilmour adorables, el trabajo de Julián Urrego acerca del mito del dragón en el viejo peñol, interesante y con una formalización sencilla, pero clara, el trabajo del colectivo AGROARTE, muy bello desde todo lo que proponen, al igual que el trabajo del artista Juan Vélez, con los grupos colectivos y sus intervenciones en diferentes puntos de la ciudad.   Se me escapa de esta lista un artista que recuerdo es de Brasil, con una obra que me produjo mucho interés, se trata de tres proyecciones de video en las cuales aparecen un pez en ahogo, una mano que lucha contra un cangrejo y otras escenas que me han impactado.
Para concluir, y retomando un párrafo de otro de mis textos: “el arte es una cosa que se cumple en una forma, no en cualquier forma ni de cualquier forma”, afirmaba Ramón Mayrata. Cuando el artista se soporta de un fenómeno social para formalizar su propuesta, en muchas ocasiones el trabajo no llega a condensarse en una obra de arte como tal, en tanto, ésta, tiende a diluirse en solo una experiencia de artisticidad; en consecuencia, el resultado puede ser: grato, útil, simpático, conmovedor, reivindicativo, interesante o hermoso y puede proponer una actividad creadora, pero no resulta una creación. 







DECLARACIÓN DE ARTISTA

Entradas populares